Durante una reciente visita a la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la UBA, me topé con una joya histórica: un ejemplar de la Primera Clasificación Internacional de Enfermedades, la CIE-1. Aunque había escuchado mucho sobre ella, nunca la había visto en persona. Y resulta que esta versión es chilena y data de 1900, año en que se decretó su uso obligatorio.
Desde siempre, el mundo médico ha buscado tener estadísticas precisas sobre causas de defunción para mejorar la atención médica. Esta clasificación fue el primer intento serio y unificado en esa dirección.
Antes de la CIE-1, cada país tenía su propio sistema para documentar las defunciones, haciendo casi imposible comparar datos entre naciones. Esto llevó a una gran comisión internacional, compuesta por 26 países, a buscar una solución unificada. Desde Alemania hasta Uruguay, estos países se unieron para crear una nomenclatura estandarizada.
La historia se remonta a 1855 donde el Dr. William Farr propuso las “UNIDADES MÓRBIDAS”, un conjunto de diagnósticos organizados alfabéticamente, que fue traducido a varios idiomas. Farr había creado la primera Terminología Clínica. Sin embargo, su uso presentaba varios desafíos para tener información de alto nivel. Muchas enfermedades tenían diferentes nombres y les asignaban diferentes códigos. Así nace la necesidad de una clasificación basada en categorías más amplias, permitiendo comparaciones internacionales.
Tras varios intentos fallidos, en 1891, el Instituto Internacional de Estadística confió en el Dr. Jacques Bertillon para crear una nomenclatura unificada. Y así nació la CIE-1.
La CIE-1 presentaba 179 códigos diagnósticos, con revisiones planificadas cada 10 años. Esta estructura buscaba equilibrar la evolución de la ciencia médica con la consistencia en datos.
Se introdujeron los grupos residuales con la etiqueta “OTROS” y códigos con descripciones más detalladas que comenzaban con la etiqueta “AQUÍ”. Debido a la complejidad del proyecto, se crearon versiones abreviadas y detalladas, así como una nomenclatura específica para causas de muerte intrauterina y el primer índice alfabético.
Veamos un ejemplo: en un certificado de defunción de 1913, la causa fue registrada como “CONJESTIÓN CEREBRAL”. Con la ayuda del índice alfabético, encontramos que corresponde al código 64 en la versión detallada y al 18 en la abreviada.
Uno de los aspectos más interesantes de esta versión es que tiene una ingeniosa tabla para definir cuál es el diagnóstico principal si en el certificado se registran múltiples enfermedades. Se desarrolló una tabla donde los diagnósticos tenían una ponderación para definir cuál es el principal.
Por ejemplo, si se registraba “Epilepsia” (código 69) y “Neumonía” (código 93), se consultaba la tabla del número más bajo, la tabla del 69, y se buscaba el otro código, en este caso, “Neumonía” (93). Si el otro código estaba en “tipo GRUESO”, entonces se define ese como la causa principal del fallecimiento.
La CIE-1 fue un logro monumental en la medicina global, sentando las bases para mejorar la atención médica y la investigación a nivel mundial.
Hice un escaneo de la edición de la CIE-1 que tuve en mis manos, así que se los comparto en este link
CIE-1 Nomenclatura de la Enfermedades de Jacques Bertillon.pdf (28,3 MB)